A mis pies se marcaron huellas conocidas,
Subió por mi piel el susurro de tus palabras.
Llegaron a lo prohibido, tus sueños, tus anhelos.
En mi estomago revolotearon las famosillas amarillas, que mas de alguno conoce,
Y se clavaron en mi pecho: la angustia y el recuerdo.
Tapé entonces mis ojos, mi boca calló
Y me guarde tus palabras, tuyas, porque e las dedique hace tiempo.
Se las dedique al hombre que me hizo creer que era yo, y nadie más que yo.
Sales, agallas y el mar.
Bebí el océano entero en tu recuerdo.
El recuerdo de tu mirada distante,
Y de esa boca que tanto tiene por decir, tantas verdades que nadie más que tú entiendes,
Y que yo nunca me permití creer.
El remolino que causo tu fulgor
Lo que queda de ti cuando rozas ti vista sobre mi,
Me dejo frente al papel, solo tu logras hacer fluir.
Ay del que no crea que puedo seguir sintiendo,
Ay del que vea en mí al muñeca de mármol que creía ser.
Mundo deja de insistir
No soy de piedra.